En un humilde rincón
En las noches frías y oscuras
de mi humilde habitación
donde dormía todos los días,
nunca nada ocurría,
nada sucedía.
Un día, en un triste y húmedo rincón
brotó una pequeña flor,
estaba muy delgada,
pálida y muy delicada,
sufría mucho, la habían maltratado.
La cuide y la regué con mucho cuidado
le di calor y mucho amor.
Le dediqué mis noches y mis días,
la atendí con atención
y le di mucha comprensión.
Era tímida y delicada al comienzo,
después creció alegre y vital
y al abrir sus pétalos,
me concedió una hermosa sonrisa,
que iluminó mis días,
inflamó mi corazón
y lo llenó de amor y dulce pasión.
Antonio Encinas Carranza
D. R.
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