Walt Whitman: Poemas

Tu mirada

 Walt Whitman


Tu mirada

Me miraste a los ojos, penetrando,
en lo más profundo de mi alma.
El cristal azul de tus pupilas,
me mostraba, mi imagen reflejada.

Me miraste y pediste temblorosa
que un te amo, saliera de mis labios,
pero ellos ya no tienen más palabras
pues los golpes de la vida los han cerrado.
Me miraste y tu pelo se erizaba,
y una gota redonda en tu pupila
que brotó, de un corazón roto
y cayó recorriendo tu mejilla.

Me miraste y tu rostro empapado
me exigía una palabra, una respuesta,
y mentí diciéndote te amo
por ganar de tu cara una sonrisa.


Una hoja de hierba

Creo que una hoja de hierba, no es menos
que el día de trabajo de las estrellas,
y que una hormiga es perfecta,
y un grano de arena,
y el huevo del régulo,
son igualmente perfectos,
y que la rana es una obra maestra,
digna de los señalados,
y que la zarzamora podría adornar,
los salones del paraíso,
y que la articulación más pequeña de mi mano,
avergüenza a las máquinas,
y que la vaca que pasta, con su cabeza gacha,
supera todas las estatuas,
y que un ratón es milagro suficiente,
como para hacer dudar,
a seis trillones de infieles.

Descubro que en mí,
se incorporaron, el gneiss y el carbón,
el musgo de largos filamentos, frutas, granos y raíces.
Que estoy estucado totalmente
con los cuadrúpedos y los pájaros,
que hubo motivos para lo que he dejado allá lejos
y que puedo hacerlo volver atrás,
y hacia mí, cuando quiera.
Es vano acelerar la vergüenza,
es vano que las plutónicas rocas,
me envíen su calor al acercarme,
es vano que el mastodonte se retrase,
y se oculte detrás del polvo de sus huesos,
es vano que se alejen los objetos muchas leguas
y asuman formas multitudinales,
es vano que el océano esculpa calaveras
y se oculten en ellas los monstruos marinos,
es vano que el aguilucho
use de morada el cielo,
es vano que la serpiente se deslice
entre lianas y troncos,
es vano que el reno huya
refugiándose en lo recóndito del bosque,
es vano que las morsas se dirijan al norte
al Labrador.
Yo les sigo velozmente, yo asciendo hasta el nido
en la fisura del peñasco.

Canto a mi mismo

Yo me celebro y yo me canto,
Y todo cuanto es mío también es tuyo,
Porqué no hay un átomo de mi cuerpo que no te pertenezca.
Indolente y ocioso convido a mi alma,
Me dejo estar y convido un tallo de hierba de verano.
Mi lengua, cada átomo de mi sangre, hecho con esta tierra, con este aire,
Nacido aquí, de padres cuyos padres nacieron aquí, lo mismo que sus padres,
Yo ahora, a los treinta y siete años de mi edad, y con salud perfecta, comienzo,
Y espero no cesar hasta mi muerte.
Me aparto de las escuelas y de las sectas; las dejo atrás;
me sirvieron, no las olvido;
Soy puerto para el bien y para el mal, hablo sin cuidarme de riesgos
Naturaleza sin freno con elemental energía.
Creo en ti, mi alma, el otro que soy no se rebajará ante ti.
Y tu no te rebajarás ante el.
Tiéndete en el pasto conmigo, desembaraza tu garganta,
No son palabras, ni música, ni verso lo que preciso, ni hábitos,
Ni discursos, ni aún los mejores,
Solo quiero el arrullo, el susurro de tu voz suave.
Recuerdo como nos acostamos una mañana transparente de estío,
Como apoyaste la cabeza sobre mis caderas y la volviste a mi dulcemente
Y abriste la camisa sobre el pecho 
Y hundiste tu lengua hasta tocar mi corazón desnudo,
Y te estiraste hasta tocarme la barba y luego hasta tocarme los pies.
Velozmente se irguieron y me rodearon el conocimiento 
Y la paz que trascienden todas las discusiones de la Tierra,
Y desde entonces se que la mano de Dios a sido prometida a la mía,
Y sé que el espíritu de Dios es hermano del mío,
Y que todos los hombres que han nacido son mis hermanos,
Y las mujeres mis hermanas y mis amantes
Y que el sostén de la creación es el amor,
Y que son innumerables las hojas rígidas o que se curvan en los campos,
Y las negras hormigas en las grietas bajo las hojas.
Y las mohosas copas del seto, las piedras hacinadas, el saúco, la candelaria y la cizaña.
Soy el poeta del Cuerpo y soy el poeta del Alma,
Los goces del cielo están conmigo y los tormentos del infierno están conmigo,
Los primeros los injerto y los multiplico en mi ser, los últimos 
Los traduzco a un nuevo idioma.
Soy el poeta de la mujer no menos que el poeta del hombre,
Y digo que es tan grande ser mujer que ser hombre,
Y digo que nada es mayor que ser la madre de los hombre.
Entono el canto de la exaltación o de la soberbia,
Ya estamos hartos de las plegarias y de zalamerías,
Muestro que el tamaño no es más que crecimiento,
¿Has dejado atrás a los otros? ¿Eres el presidente?
Es una bagatela, cada uno de nosotros que alcanzará y seguirá adelante,
Soy el que camina con la tierra y creciente noche,
Llamo a la tierra y al mar que abraza a la noche,
Abrázame, noche de senos desnudos, abrázame, noche magnética y fecunda,
Noche de los vientos del sur, noche de las estrellas grandes y escasas,
Noche serena que me llama, loca y desnuda, noche de estío. 
Sonríe, tierra voluptuosa de fresco aliento,
Tierra de los árboles dormidos y húmedos,
Tierra del sol que ya se ha ido,
Tierra de las montañas de cumbre nebulosa, 
Tierra del cristalino fluir de la Luna llena, apenas tocada de azul,
Tierra del brillo y de la sombra manchando la corriente del río,
Tierra del gris límpido de las nubes que resplandecen 
Y se aclaran para que ya no las vea,
Tierra yacente y extendida, rica tierra de azahares,
Sonríe porque llega tu amante.
Prodiga me has dado tu amor, te doy pues mi amor,
Mi apasionado amor indecible.
Walt Whitman, un cosmos, de Manhattan el hijo,
Turbulento, carnal, sensual, comiendo, bebiendo, engendrando,
Ni sentimental, ni sintiéndome superior a otros hombres y mujeres,
Ni añejados de ellos, 
No menos modesto que inmodesto.
El que degrada a otro me degrada,
Y todo lo que se dice o se hace vuelve a mi al fin.
A través de mi surge y surge la voluntad creadora, a través de mi, 
El torrente y el índice.
Digo el primordial santo y seña, hago el signo de la democracia,
¡Por Dios! No aceptaré nada que no sea ofrecido a los demás
En iguales condiciones.
Muchas voces largo tiempo calladas brotan de mi,
Voces de la interminables generaciones de prisioneros y de esclavos.
Voces de los enfermos y de los inconsolables, de los ladrones y de los enanos,
Voces de ciclos de preparación y de crecimiento,
De los hilos que unen a las estrellas, y de los vientres y de la simiente paterna,
Y del derecho de aquellos a quienes oprimen los otros,
De los deformes, triviales, simples, tontos y despreciados,
De neblina en el aire, de escarabajos arrastrando bolas de estiércol.
Brotan de mis voces prohibidas,
Voces del sexo y del apetito, voces veladas y yo aparto el velo,
Voces indecentes clarificadas y transfiguradas por mi.
Yo me cubro la boca con la mano,
Me conservo tan puro en las entrañas, como en la cabeza y en el corazón,
La copula no es para mi más vergonzosa que la muerte.

Creo en la carne y en los apetitos,
Ver, oír, tocar, son milagros, y cada parte de mi es un milagro.

Divino soy por dentro y por fuera, y santifico todo lo que toco y me toca,
El aroma de estas axilas es más fino que las plegarias,
Esta cabeza es mas fina que las iglesias, las biblias y todos los credos.

Si algo hay que yo venero más que las otras cosas, ese algo es la 
Extensión de mi cuerpo y las otras partes, 
Traslucida arcilla de mi cuerpo, ¡tú lo serás!
Sombreados bordes y bases, ¡vosotros lo seréis!
Firme reja viril, ¡tú lo serás!
Tú, mi rica sangre, tú liquido lechoso, pálido extracto de  mi vida.
Pecho que oprimes otros pechos, ¡tú lo serás!
¡Cerebro serán tus circunstancias ocultas!
Raíz lavada del junco olorosa, becada medrosa, nido recatado de los
Huevos gemelos, ¡vosotros lo seréis!
Heno mezclado y revuelto de la cabeza, barba, cejas, !vosotros lo seréis!
Sabia que goteas del arce, fibra del noble trigo, ¡vosotros los seréis!
Sol generoso, ¡tú lo serás!
Nubes que ilumináis y oscurecéis mi rostro, ¡vosotros lo seréis!
Sudorosos arroyos y rocíos, ¡vosotros lo seréis!
Viento que rozáis, frotando contra mi, vuestros genitales,
¡Vosotros lo seréis!

 Amplios campos musculares, ramas de encina, amoroso holgazán de
mi sendero tortuoso ¡vosotros lo seréis!
Manos que he tomado, rostros que he besado, mortal a quién toqué,
Alguna vez !vosotros lo seréis!


Walt Whitman: Estados Unidos, 1819 - 1892.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario