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jueves, 2 de enero de 2020

Cabellos negros, jalonado de brillantes

Cabellos negros, jalonado de brillantes

Negros tus cabellos


Logre ver su cabellera negra,
negra como el brilloso azabache
jalonado de brillantes
que se movía como un corcel salvaje
sin domesticar, volando por los aires.

Llegaba con su larga 
y negra cabellera
anunciando su sensual
exorcismo y sortilegio.

El resto conformaba el todo,
donde se reunía su carácter, su cabello negro,
sus ojos secuestrados de un almendro,
y el aroma embriagante de su cuerpo desnudo.

Eres un jardín florido
misterioso e irresistible
 cubierto de múltiples 
goces sensuales.

Tormento negro pudoroso.
Cortina negra transparente.
Espejismo de la noche.
Laberinto de encantos.
Arcón donde navegan mis placeres.

Embrujo que embrollas mis sentidos 
y el amarañado de mis locuras.
Donde muere mi aliento.
Donde aterrizan mis deseos.

Cabellos negros como la noche
que caen como una cortina pudorosa
tratando de cubrir su cuerpo.
su piel entre rosa y blanca, 
a veces como la canela.

Los sentimientos
hacen un nido en ellos.
Mágico negro velo
que someten a su voluntad
que dejan libres los deleites
sin usar pócimas ni brebajes.

Caen como un torrente. 
Una cascada de locos pensamientos,
que al roce de mis dedos sobre su piel,
brota una dulce melodía morena,
haciendo que los dos nos perdamos
y de cuando en vez nos encontramos

Cuando se aleja del mundo
aparenta inocencia
y en mi palpitar espera
solo es una imagen permeable
a veces cercana, a veces distante
es su manera de alejarse del mundo
y de acercarse al cielo.

Su verdadero encanto es pasar
del frío del invierno 
al calor de la primavera
y luego al tropical del verano
con lluvias torrenciales.

Aparenta inocencia.
Sus ojos se movían aparentando recato.
Son momentos mágicos.
Así es su temperamento.

Sus cabellos negro noche
y ella vestida de blanco virginal 
e inconstante satén de seda,
vestido largo, falda y blusa
invitando a disfrutar
de toda su inocencia.

Su manera de alejarse del mundo
dejaba en palpitante espera,
cerraba sus grandes ojos pardos claros,
al recibir los cálidos besos
que armoniosamente
danzaban sobre su piel
y soñó que soñaba en un beso de amor ardiente.

Y al abrir los ojos despertaba 
y estiraba los brazos
su cabellera negra, sus pies descalzos
sus ojos almendrados, en conjunción
como dos estrellas brillantes,
su bata en el piso,
el calor de su respiración,
los besos impulsivos, 
y su cuerpo laxo. 

Antonio Encinas Carranza
De: Lima, Perú
D. R.