Versos desesperados
Hasta que quedé solo
con los versos y la poesía,
con el alma congelada
y la mirada vacía.
Sin musa que me inspire,
sin amor que me cobije,
el cuaderno deshojado
y mirando al cielo vacio.
Al llegar la madrugada
y al comenzar la alborada
el viento abrió la ventana
y desgarraron a las celosas
cortinas mortecinas.
La brisa furiosa
sopló sobre la mesa
y volaron los versos
meláncolicos
del novicio poema.
Las letras protestaron
y por adhesión al poeta
se sacrificaron
aventandose al vacío
impactando contra el tiempo.
Antonio Encinas Carranza
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