La tarde que llovía en Paris
Llovia en París
en una tarde de otoño
que cerraba languida
y sonnolienta
para dar paso a la Luna
que semi oculta
e indiferente anunciaba
a la incesante tormenta
y a un infame vendaval.
Cubierta con su paraguas negro
que hacía mas triste al atardecer,
ella volvia con su caminar lento
y sumida en el frío del crepusculo.
Con pasos lentos cruzaba la calle ancha,
la que llega hasta la Plaza de la concordia,
ubicada entre Las Tullerias
y los Campos Elisios.
Ella iba chapoteando al pisar los charcos
que dejaba la lluvia
y el agua saltaba
borboteando sobre la acera
y las huellas marcadas
de frío se abrazaban.
En el cielo las nubes grises
que alimentaban a la lluvia
envolvían a la Torre Eiffel
que de frío se moria.
De pronto cesó la lluvia
y las nubes se alejaron
dejando ver a una Luna
brillante y grande.
Debajo de la Luna colgaba
un dije brillante,
chispiante y coqueto que parecia
un dije de un collar invisible,
Es el planeta Venus
el Lucero de la mañana
que siempre la acompaña
y nunca la abandona.
La Luna y las lluvias
en Paris son diferentes
y la joven de paraguas
se pasea hasta el amanecer
por Montmartre
y Saint Dominiqué
que son vias de Paris,
la llamada Ciudad Luz.
Antonio Encinas Carranza
De Lima, Perú
D. R.