no es más que sentir las ansias
desesperadas de amarte,
de abrazarte y besarte …
despacito … lentamente.
Cada vez que te recuerdo.
Y pasear mis imperturbables ansias
por cada centímetro de tus pétalos de flor.
Suavemente ... dulcemente.
Sintiendo el terciopelo de tu piel,
respirando el mismo aire que tu aspiras.
Bebiendo el fresco soplo
de tu nacarino aliento
de tu nacarino aliento
y aspirando el dulce néctar
que se refleja en tu mirada
y que emana del centro
de la dulzura de tu cuerpo.
Llenándome de tus rebeldías,
visitando tu cielo
y quedándome en tus infiernos.
Compartiendo el éxtasis de tu sangre.
Muriendo en el fuego de tus entrañas
y sintiendo como se detiene el tiempo.
Mientras escucho tus gemidos
de pasión acelerada
y esos suspiros tan suaves,
tan delicados, tan tenues,
susurrantes y arrulladores,
susurrantes y arrulladores,
que se mezclan con el rumor
de mi pasión acelerada
y de nuestra sangre hirviendo.
Siento el impulso de seguirte
hasta el mismo paraíso,
ese lugar excelso y sublime
cubierto de tules blancos,
donde posan las mieles
de tu piel rosada y seductora.
Mis sentidos embriagados
y entorpecidos de amor,
gritan en silencio su emoción
y reciben los mensajes tenues
de tu inquietud y cariño.
La paz vuela en tus hermoso ojos.
La quietud dormida te abraza.
La paz vuela en tus hermoso ojos.
La quietud dormida te abraza.
Sintiendo lo hermoso
de todo lo que es y no es,
así voy resistiendo las ganas
que domina mi mente y mi corazón
y que vuelve loco mi pasión por ti
cada vez que te recuerdo.
cada vez que te recuerdo.
De: Lima, Perú
D. R.
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