El destino
El destino sin preguntar nos unió
y nos llevó por el camino de un desafío.
Fuimos aguas turbulentas del mismo río
y calor del atardecer del estío.
El destino después nos arrastró
y sin consultar nos aventó
a cada uno por una senda diferente.
Fuimos el capricho divergente.
A ti te arrastró como a las hojas del otoño
que el viento arrastra sin compasión.
A mí me lanzó con fuerza, fuera del camino,
sin un destino fijo y sin concesión.
Al ver tu imagen alejarse de la senda,
sentí que la tierra se hundía,
bajo mis pies vi un vacío que se perdía.
y caía sin poder agarrarme a la vida
Nuestro fatum nos impone condiciones
que tienen que cumplirse
sin apelaciones, sin murmuraciones,
dudas ni discusiones.
Es ley estricta e inflexible.
El sino con su poder sobrenatural
inevitable e inexorable
nos impone condiciones
que puede ser necesaria o fatal.
Las sentencias hay que acatar
en las inapelables agonías del ser,
buscando surgir al despertar
sin tener que envejecer.
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