La justicia del amor
Por mandato del destino
fui condenado a sufrir
la mas vil de las condenas,
el alto tribunal que me juzgó
me condenó a vivir en soledad
en el mas absoluto silencio
y a escuchar el repicar
de una gran campana
de brillante bronce bruñido
hostigando a la memoria,
golpeando los recuerdos
ingratos de un amor imposible
que se alejó en silencio
de la noche a la mañana
mientras el corazón
sufría tercamente
porque se resistía a olvidar
lo que un día fue su mas caro amor.
Antonio Encinas Carranza
De: Lima, Perú
D. R.