Quiso ser sirena
Ella era una joven mujer, muy alegre y divertida, además era soñadora, sin llegar a ser ilusa, todo su familia la quería, al igual que sus amigos por lo alegre que era, era una gran bailarina y le gustaban los bailes modernos, tenía varios pretendientes pero no aceptaba a ninguno, salvo a Milton un joven deportista que era de su confianza, con el que mas alternaba y todos creían que eran enamorados.
Mas Claudia era muy sensible y cuando tenía algún contratiempo o malestar emocional se desmoronaba y le invadía la melancolía, ella buscaba la soledad y se iba a la playa que tanto le atraía y se quedaba buen rato mirando al mar que al parecer la hipnotizaba, todo el ambiente marino la subyugaba, casi la embrujaba y la conducía a un estado de catarsis donde su imaginación la desbordaba y se veía nadando por alta mar, descubriendo islas lejanas y perdidas, también se sentía volar como las aves marinas y se alejaba de la orilla siguiendo a los barcos y a veces a las ballenas y se perdía en la alta mar y luego retornaba montada sobre algún delfín,
Pero lo que la subyugaba era bucear en el mar del que no quería salir, parecía que buscaba algo, hasta que lo encontró y fue un ser de las profundidades marinas.
Ella se enamoró del mar al ver en su basta inmensidad
lo maravilloso que era el océano y se quedo dormida,
mareada por lo que percibían sus ojos claros
claros como el cielo celeste del mar al medio día
y mientras dormía
soñaba que era una sirena
y los delfines sus hermanos
y montándolos reía y gozaba
y los delfines dando saltos volaban
sobre el nivel del mar
y las olas los saludaban,
cansada de tanto jugar
se quedó dormida
en al orilla del mar
y mientras dormía
le crecieron escamas
y soñó que estaba en una isla desierta
alumbrada por la Luna
que le enseño a cantar
para seducir a los hombres
y fue un capricho del astro nocturno
que hizo que olvidara su pasado
y la llevó por un camino
donde encontró al amor
en un joven tritón
de cuerpo atlético
y muy trabajador
que al escucharla cantar lo sedujo
y el joven tritón le ofreció llevarla
al lugar donde vivía y ella aceptó
y conformaron un hogar
donde todos los días
renacía la paz en medio
de la quietud y el sosiego
y se escuchaba la música
del amor con aires de libertad
la joven mujer no volvió a la costa,
donde todos la recordaban
como la joven que cayó al mar
y este no devolvió su cuerpo.
Antonio Encinas Carranza
De: Lima, Perú
D. R.