Una parte de mi, se fue contigo
Nunca pensé que llegaría el día,
pero la tarde que te marchaste
una parte de mi se fue contigo,
fuiste la sombra que no te dió el Sol,
fue el día en que su luz no perduró
En la noche, la tímida Luna
se negó a salir y se escondió
en los reflejos del brillo
del mustio resplendor
de tu mirar sosegado y sutil
que brotaba de los misteriosos
y profundos lamentos
que todos oían y nadie entendía
como si el extraño canto
brotara de las comisuras
del cielo astral y eterno..
Esa noche se congeló
la sangre que pintaba
la mangata o el camino
que la Luna marca sus huellas
sobre la cara del agua
que sin dejar huellas
que la traicionen,
esto ocurrió en los tristes días
en que la estirpe resurgía.
y con su arrebol pintaba
sus pálidas mejillas.
El viento lloró sin consuelo
y sus lágrimas interminables
cayeron desde el inmenso cielo
desbordaron los profundos ríos,
inundando los extensos valles,
regando a los infinitos corazones
que resistieron con honor
el dolor de su triste desventura.
Ese día que tu sombra se desvaneció
las penas y los lamentos salieron
a buscarte y al no encontrarte
se alejaron abrazados y cabizbajos.
Al llegar al abismo que da al mar
se arrojaron a sus aguas calmas
que en señal de protesta
se desbordaron y borraron
todos las huellas que dejaron
tus pasos al marcharte.
Hoy solo te recordé
cuando la luna alumbró
durante la tibia anoche
y el Sol cantó su melodía
y alegró a la mañana
que despertaba alegre
y pujante dando los buenos días
a todos los que lo saludaban.
Los suspiros
que se escondieron
volvieron y me abrazaron
y me recordaron
que eramos compañeros
de lucha y que la muerte no
mata, solo es un olvido
y hasta otro nuevo amor.
Antonio Encinas Carranza
De: Lima, Perú
D. R.