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miércoles, 6 de noviembre de 2024

Una parte de mi, se fue contigo

 Una parte de mi, se fue contigo



Nunca pensé que llegaría el día,
pero la tarde que te marchaste
una parte de mi se fue contigo,
fuiste la sombra que no te dió el Sol,
fue el día en que su luz no perduró

En la noche, la tímida Luna 
se negó a salir y se escondió
en los reflejos del brillo 
del mustio resplendor 
de tu mirar sosegado y sutil
que brotaba de los misteriosos
y profundos lamentos
que todos oían y nadie entendía
como si el extraño canto
brotara de las comisuras
del cielo astral y eterno..

Esa noche se congeló 
la sangre que pintaba
la mangata o el camino 
que la Luna marca sus huellas
sobre la cara del agua
que sin dejar huellas 
que la traicionen,
esto ocurrió en los tristes días 
en que la estirpe resurgía.
y con su arrebol pintaba 
sus pálidas mejillas.

El viento lloró sin consuelo
y sus lágrimas interminables
cayeron desde el inmenso cielo
desbordaron los profundos ríos,
inundando los extensos valles,
regando a los infinitos corazones
que resistieron con honor
el dolor de su triste desventura.

Ese día que tu sombra se desvaneció
las penas y los lamentos salieron
a buscarte y al no encontrarte
se alejaron abrazados y cabizbajos.

Al llegar al abismo que da al mar
se arrojaron a sus aguas calmas
que en señal de protesta 
se desbordaron y borraron
todos las huellas que dejaron
tus pasos al marcharte.

Hoy solo te recordé
cuando la luna alumbró
durante la tibia anoche
y el Sol cantó su melodía
y alegró a la mañana
que despertaba alegre
y pujante dando los buenos días
a todos los que lo saludaban.

Los suspiros 
que se escondieron
volvieron y me abrazaron
y me recordaron 
que eramos compañeros 
de lucha y que la muerte no 
mata, solo es un olvido
y hasta otro nuevo amor.

Antonio Encinas Carranza
De: Lima, Perú
D. R.

viernes, 3 de mayo de 2024

Buscame entre la estrellas

 Buscame entre la estrellas


Poema de Antonio Encinas

I
Con el alma dormida contemplando
tu rostro y admirando tu belleza quedé rendido
y con los besos de tus ojos quede engalanado. 
Por esa dulce mirada te regalo el cielo
por tu bella sonrisa te doy la vida entera
y te brindo mi corazón para que mores en el
y lo alumbres con la luz de esos gratos afectos,
que tienes tu y que te sobra en tu ternura.
No se que tienes tu que despiertas 
a las mañanas y haces suspirar a los sueños
y despiertas a las desnudeces del alma
Nunca cierres los ojos porque el universo
 puede invocar a los gritos del silencio
y despertar al alma que esta dormida.

 II 

Voy a caminar sobre las agitadas olas
del encrespado e impetuoso mar
para zambullirme en la profundidad 
de tu inquietante y turbador mirar
y nadar hasta llegar a la orilla
de tu lejana y turbadora sonrisa
y poder rodearme de tus caricias 
y dormir en la fuente de tu querer
en el mistico ensueño de tu amor
que siempre me depara los dulces placeres
y las mas infinitas dichas y alegrías 
donde guardas las llaves de oro
para abrir la puerta donde se esconde
la misteriosa mistica de tu mirada.

III

Lucerito de la mañana, estrella de amor
tu que sabes cuanto la añoro y extraño
si la vieras en tu vasto y amplio camino
guiala hacia mi triste y errante destino,
tu que conoces mi esforzado andar
y vas escuchando mi triste canción
guía mis vacilantes y tristes pasos lentos
cuando camino por sendas desconocidas
para poder llegar al río meláncolico
donde ella siempre me esperaba 
 todas las mañanas y todos los días
y si algún día falto y no estoy en el punto de encuentro
bajo la copa del árbol junto al manantial
buscame entre las estrellas del basto firmamento.

Antonio Encinas Carranza
De: Lima, Perú
D. R.

viernes, 6 de marzo de 2020

El extraño del tejado

El extraño del tejado

Los días tristes

Fui un extraño
Sentado en un tejado
Alejado del suelo mundano
Donde transcurre el dolor humano.

Muy acucioso auscultando 
Al viento que es mi hermano
Solo me acompaña el horizonte lejano.
Y el corazón agraviado y ofendido.

Lleno de heridas
Me subí a un tejado 
Extrañando una ventura
Que quedó atrapada
Entre el tiempo y el viento. 

Yo era un águila con el ala rota
Y las garras descarnadas
Que estaba esperando
Un ser racional. 
  
Una hermosa alondra.
Con las alas al viento
Aterrizó en el tejado
y al verme lastimado
con su amor curó mis heridas.

Me brindó su compañía y su consuelo
Durante varios días me entregó
su afecto y su amor
sin exigir nada a cambio.

Hasta que un día
Y sin decir nada
La humanitaria alondra
Abandonó el tejado.

Las heridas sangraron 
 Extrañando la ausencia
De la amorosa alondra
 Los días tristes tornaron.

Autor: Antonio Encinas Carranza

De: Lima, Perú
D. R.