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miércoles, 22 de enero de 2025

El frío de las montañas

 El frío de las montañas


Poemas de Antonio Encinas Carranza

Las tinieblas se deslizaron 
como un tenue manto sombrío
corrieron sus cortinas de seda ceniciento
y la noche cubrió las empinadas 
cúspides nevadas de las altas cumbres 
de la austera serranía andina
que se sustentaban y aguantaban
con tesón el gélido estado de sus frigidez 
y de sus carácter glacial de su frío temperamento,
mientras que en las tierras de cultivo,
lejos de la ciudad que plácidamente dormía,
las tinieblas se movieron por el viento arrastradas,
cubriendo a la Luna y apagando su hermosura
las nubes blancas huyeron preocupadas
y las estrellas se escondieron asustadas
quedando cubiertas las cimas nevadas.
El viento se despertó y mientras se estiraba
silbó una triste e infinita melodía
de una balada lejana y olvidada
que hizo recordar al tiempo
y lo hizo suspirar en silencio,
mientras recordaba a un amor lejano,
en el intervalo se escuchó
los aullidos lejanos de los lobos
que inquietos buscaban a la faz de la Luna, 
convirtiendo la noche en un concierto 
Un relámpago rasgó la noche,
un fogonazo alumbró los recuerdos
y un trueno rasgo el cielo
destruyó el silencio eterno
lejos de la ciudad que dormía plácidamente.

Antonio Encinas Carranza

Los habitantes de la noche

 Los habitantes de la noche 

Poema de Antonio Encinas Carranza


En cada noche nacen
en la vieja ciudad
los eternos temores
que en la penumbra
cubren con hechizos 
a la lóbrega noche
y en el sobrevuelan
 los rumores mundanos
que sobreviven 
a las mordaces palabras.

La calle inventa su pasado
que cada vez es mas lejano
cuando sus sombras
son cada vez mas cercanas.
Las sombras recorren
 el tiempo presente
que se impone 
al pasado remoto 
y sobrevive al futuro cercano
con los ojos cerrados
arrastrando las huellas
de sus pasos inciertos.

Los habitantes de la noche
van dejando escombros a su paso
logrando que las horas caminen lento
manteniendo las puertas clausuradas,
todo es ajeno en la clandestinidad
de los que no duermen
y miran pasar las noches
con los ojos abiertos
mirando pasar a las horas
disfrazadas de zombis.

Los habitantes de la noche
acechan tras sus sombras
y al ver que la noche se desnuda
se ocultan tras las cortinas
de las densas tinieblas,
y las mentes lúcidas
pierden la cordura
 clausurando las puertas
y bloqueando las ventas.

Antonio Encinas Carranza