Las sombras de la maldad
Desde el fondo de las tinieblas,
surgen los fantasmas de la oscuridad,
que deambulan por los anchos senderos
de la mente, donde no existe el retorno
y recorren los oscuros desfiladeros
estrechos de la maldad.
Las sombras arrastran a las horas
que desoladas se resisten a morir
y es cuando las sombras que pululan
en las calles de la indiferencia
están llenas de desolación
y vacías de la fugaz ilusión.
Son los ruegos que galopan silenciosos,
que se pierden entre los torvos pasos
del aliento gélido de los inviernos.
Son los seres inmutables y frios,
crueles, siniestros y hoscos.
Sobre sus monturas plateadas, cabalgan
lentamente y sin apuros que valgan.
Son los caballeros de la oscuridad
que con su voz temblorosa y quebrada
van anunciando que ya llegan los aciagos dias.
Que son los días que no tienen fin.
En el aire se detedran
las estampas infernales
escoltadas por los seres imperfectos
que arrastran visiones asimétricas
que se mueven impertérritas
sin emoción alguna
produciendo turbación.
En medio de las querellas de las almas,
se escuchan las blasfemias,
que brotan de las cubiertas de las criptas,
del mármol blanco oscurecido,
por la turbadora neblina del tiempo.
Solo vienen a cobrar la deuda
que se imputa por los daños causados
a la propiedad ajena y a la propia Tierra
que se les prestó sin condición alguna
solo se les entregó a su cuidado.
Ignorando toda advertencia
causaron daño a discreción
produciendo contaminación
y apurando el paso ya llegó
la guerra que es el primer jinete
atrás vendra el hambre
seguido por el odio
y las enfermedades.
Autor: Antomio Encinas Carranza
De: Lima, Perú
D. R.
